Constatemos las diferencias evidentes entre estos dos medios: la TV es una caja que nos proyecta imágenes, fotogramas puestos en cadena por una institución que nos muestra o nos deja de mostrar algo. Estas instituciones suelen ser o bien el Estado, o bien entidades privadas. La interacción del espectador con este medio es mínima en España, sea la cadena pública o privada.
Telespectador habitual recibiendo información en grandes cantidades
Internet es otra historia. En la red el usuario pasivo busca y encuentra (de manera que ya es más activo que un espectador de televisión). El usuario activo puede crear sitios en la red que pueden ser vistos por cualquiera, puede decir lo que quiera y que le escuche quien quiera. Ya vemos las diferencias. Dentro de este nuevo mundo de posibilidades que se nos abre, era de esperar que apareciera alguien como
Julian Assange.
Wikileaks fue un proyecto iniciado en 2006 por Julian Assange. Wikileaks proviene de Wiki (en hawaiano, rápido), que es un tipo de web interactiva con editores múltiples; y Leaks, que en inglés significa filtración o goteo. Veamos… ¿un sitio web que permite la colaboración entre usuarios anónimos para publicar filtraciones? Era de esperar que eso incomodara a más de uno.
También se aprecia una clara diferencia entre el fenómeno de la aparición de las pujantes agencias de noticias y la sociedad de la información. ¿Qué habría hecho el señor Wolff en el siglo XXI? Huelga decir que las agencias de noticias han perdido la enorme importancia que tuvieron antaño, en su nacimiento. Ejercían una labor muy útil a favor de la agilización de la información, pero ahora, como hemos visto, cualquiera puede difundir un escándalo en el gran tablón de anuncios que es Internet. Las agencias de hoy en día desempeñan una función parecida a las del siglo XIX, pero ya no son los únicos en la zona de la noticia ni los únicos encargados de recogerla y difundirla. Cualquier persona con acceso a Internet puede difundir una noticia y ser una pequeña agencia. Aun así, las agencias tradicionales siguen muy presentes, y continúan siendo una fuente principal de abastecimiento de noticias para la prensa. Estas agencias de noticias que han ido sobreviviendo constituyen una fuente fiable por su prestigio. Al estar formadas por gente cualificada, son instituciones que tienen mayor importancia a la hora de difundir noticias, y son esenciales sobre todo a la hora de hacerse eco de cambios en la bolsa o en la política.
Por otro lado, cabe destacar los proyectos de Web 2.0, que hacen de Internet un medio de comunicación aún más horizontal, si cabe. Es más, consiguen que los hasta ahora mal llamados medios de comunicación (en lugar de medios de información) casi puedan denominarse así. Digno de mención es el caso de Menéame, donde las noticias que salen en portada son las más votadas por los usuarios. Esta sencilla idea supone una revolución con respecto a la jerarquía tradicional de las noticias. No hay más que entrar y echar un vistazo; veremos que las noticias que los usuarios consideran más relevantes no se corresponden con las que destacaría un periódico normal.
La necesidad que siempre han sentido (y siguen sintiendo) los estados por controlar la información es del todo comprensible. El control de la información es casi tan importante como el de la educación a la hora de persuadir y, eventualmente, engañar. Bismarck y Goebbels, respectivamente, supusieron el control de Wolff y, finalmente, su ruina, al convertirla en un mero objeto propagandístico poco competente. Pero… ¿hasta qué punto se puede controlar Internet, tal y como se hizo con las agencias de noticias? En países como China esto ya se hace sin ningún pudor, y es del todo cierto que existen métodos para restringir la red a una comunidad. No obstante, ya no se trata de un Estado armado con el poder de la violencia legítima contra una pobre sociedad civil que tiene poco que decir al respecto. La lucha es más horizontal, como si ahora las armas estuvieran ahí para todo aquel que quiera cogerlas y luchar. Mientras se pueda acceder a Internet, habrá formas de sabotearlo.
La torpeza y el retraso que demuestran los estados de hoy en día frente a la fiera indomable de Internet son sorprendentes. Esta clase política con necesidad de renovación ya se había encontrado con problemas menores antes del auge de Wikileaks, y las medidas adoptadas siempre solían ir por la restricción, la imposición de límites a la red, así como la invasión de la misma y en ocasiones la amenaza al usuario medio, novato en las nuevas tecnologías, que nunca pensó en incurrir en delitos desde su ordenador. Un caso significativo es el intento de restricción coordinado de la red llevado a cabo por el gobierno de España y la Sociedad General de Autores, que pretenden preservar un negocio como es la venta de CDs y DVDs frente a la posibilidad de la descarga gratuita que ofrecen irremediablemente las nuevas tecnologías.
Esta actitud represiva del Estado no gusta a los internautas, y se está creando una dualidad y confrontación. Llaman especialmente la atención los grupos de acción organizados en Internet. Una iniciativa que empezó por el acuerdo de grupos de internautas anónimos reunidos en foros que ni siquiera se conocían entre sí para llevar a cabo acciones por pura diversión, ha acabado creando un grupo de hackers, escuderos de Wikileaks, que han tomado represalias contra las páginas que dejaron de financiar la web de Assange. Como ejemplo de los inicios de la organización de internautas con un fin común, hallamos en España el caso de Mediavida, que reunió un grupo de usuarios para llevar a Eurovisión a un anciano apodado “El Gato” mediante votos masivos en la web de TVE. “El Gato” fue en cabeza hasta poco antes de que saliera a la luz el resultado de la votación. Entonces, TVE retiró la mitad de los votos que tenía este personaje, dejando vía libre para el personaje creado por laSexta, Rodolfo Chikilicuatre.

De esta manera, vemos que Internet no se libra del control que ya sufrieron las agencias de información. Pero a los estados no les es tan fácil, y se les está yendo de las manos cada vez más. Julian Assange ha sufrido una persecución sistemática y organizada por los estados por una más que dudosa acusación de violación. Los estados han buscado con afán leyes en su tradición histórica que resten legitimidad al trabajo de Wikileaks. También se han organizado para tirar la web mediante ataques informáticos, por no mencionar toda la extorsión llevada hacia las webs que permitían canalizar el dinero hacia Wikileaks, tales como PayPal. Pero el precedente ya está ahí y la tensión cada vez es mayor, por lo que probablemente la tradición Wikileaks continuará.
Las agencias de noticias surgieron de la necesidad de canalizar y agilizar la información. No obstante, el fenómeno Wikileaks nace de la necesidad de la independencia de la información y el Estado. No sólo de la independencia del Estado, sino de cualquier ente financiero con intereses particulares. Aquí encontramos similitudes con lo que fueron los medios de comunicación alternativos. De hecho, Internet es un gran tablón donde conviven los métodos tradicionales de información ligados a entes privados con los alternativos, que cobran cada vez más importancia.
En todo esto reside la necesidad de renovación de la clase política y de los métodos que se usan. Se necesita ahora una clase política que comprenda la nueva era tecnológica y los nuevos grupos de interés. Esta renovación es recomendable para aquellos estados que quieran proteger sus datos y dejar de quedar en evidencia. Pero, sobre todo, el aire fresco en la política es necesario para empezar a ver Internet como un mundo por explorar y no como un juguete peligroso.